3 de noviembre de 2010

¿A DÓNDE VAN?

“Si es posible, se debe hacer reír hasta a los muertos”
Leonardo Da Vinci




IMAGEN: Búsqueda Google

No cantaré “te lo ruego hay que morirnos juntos”, ni quiero cuestionar las diversas creencias religiosas que a lo largo de los años han generado movimientos bélicos, como en su momento lo fueron las cruzadas, o el eterno conflicto en la franja de Gaza.
Ayer se les rindió tributo a nuestros difuntos, aquellos seres que se extrañan, quienes dejaron huella en la existencia de propios y extraños. Es común ver en altares, repletos de fotos de aquel amado que ya no está. Alimentos que fueron de su agrado, pan de muertos y hasta objetos personales como camisetas, gorras, relojes o zapatos complementan la ofrenda. También se celebran bailes y rituales en su honor
“Descanse en paz”, es la frase que acompaña a los fallecidos, cuando se hace referencia a ellos, o al menos así sucede en nuestra sociedad católica, donde la mayoría de sus habitantes se deben a Jesucristo.
Sin embargo, ¿es el descanso lo que sigue después del planeta tierra? Desde pequeño, he creído que aún nos faltan muchos escalones por avanzar para tener acceso al padre creador, a quien se sienta a su derecha, Pedro, San Judas Tadeo y compañía.
Los mormones aseguran que ellos están preparados para el siguiente evento, que de acuerdo a José Smith, es algo similar al apocalipsis, mientras que los hindúes estudian el efecto de nuestras vidas pasadas, y las que siguen. No sé quien tenga la razón y me es difícil elegir; todo es cuestión de fe. Mil ideas surgen sobre nuestro juicio, desconozco si dios es misericordioso o estricto.
Sólo espero que en verdad, aprendamos de quienes se han despedido de este mundo; ejercer sus enseñanzas o consejos y no practicar los malos ejemplos. Reconocer que somos insignificantes ante el Universo.


Gracias por leerme...ASR

27 de septiembre de 2010

Que bueno que no a todos nos gustaría ser un soldado

“La manera más rápida de terminar una guerra, es perderla”.
George Orwell

Foto: Niño en desfile de los Hamás (la-voz-liberal-melvin.blogspot.com)

Y sigo aturdido por el boom del bicentenario; el coloso, la canción de Aleks Syntek y más motivos que ni caso tiene recordar son la causa principal. Es cierto que prometí escribir situaciones alegres, el lado positivo de cada hecho, pero en mi mente sigue el nacionalismo erróneo, adoptado desde temprana edad por la mayoría de nosotros.
No recordaré por milésima vez nuestra situación actual, que según Hilary Clinton, es similar a la Colombia de hace 20 años. En esta ocasión trataré un tema bélico de impacto mundial, ya que todos los países, bloques, culturas, tribus, reinos e imperios que han existido conocen la palabra “Guerra”. Tampoco me extenderé en explicar qué es o porqué surge, pero sí en uno de los tantos métodos en que los dirigentes motivan a sus respectivos pueblos a despreciar a sus “enemigos”.
“Intentamos entender cómo la gente aprende a odiar tanto, cómo para estar dispuesta a morir a costa de matar”, menciona la periodista británica Saira Shah, en “Muerte en Gaza”, documental enfocado en la función que tienen los niños en el movimiento armado entre palestinos e israelíes.
En las primarias, los niños aprenden un himno, el cual cantan cada lunes a lo largo de 9 años. También se les inculca a honrar una bandera y un escudo que no debe ser usado en camisetas, espejos, ropa, o guitarras. Se aprenden los nombres de los héroes, fechas y lugares de batallas, que son parte de nuestra cultura. No está por demás recordar que los cantos nacionales de la mayoría de los países invitan a sus compatriotas a recordar, aclamar y realizar una guerra.
Pero es el aborrecimiento al gringo, nazi, comunista o palestino lo que en realidad preocupa. Escuchar desde pequeños cómo los demás menosprecian al chilango, celebran la maldición del judío e idiotizan a las religiones de medio oriente por su vestimenta y acciones, en lugar hablarnos sobre Benjamín Franklin, Konrad Adenauer, Lenin o Buda, generan que desde nuestra niñez ubiquemos quien debe ser “Masiosare”.

Es indescriptible buscar en Google imágenes de Palestina, Vietnam, Ciudad Juárez o Sinaloa, y ver que la mayoría de las fotos se relacionan con hechos sangrientos; saber que existen estas regiones porque de ahí son Hamás o el Cartel del Pacífico.
Afortunadamente, después crecer y vivir en la realidad, muchos aprendieron que existen vías ajenas a las balas, misiles y bombas para exigir al invasor, y no enemigo, que por favor se regrese a su sitio de origen. También es alentador saber que existen niños que quieren jugar, estudiar y convivir con sus familias en lugar de defender ideales confusos, llenos de contradicciones y excepciones.
Tirar el arma no es traicionar a tu país; venderle tu dignidad a un gobierno corrupto no es nacionalismo, menos un acto heroico. En muchos municipios, los habitantes protegen al narcotraficante que pavimentó y alumbró calles, levantó templos y escuelas y hasta le consiguió trabajo a muchos desempleados. Mientras que los policías detienen a jóvenes inocentes, los soldados asesinan a indígenas y los tránsitos inventan infracciones para recibir una “mordida”.
Quienes pertenecen a la milicia dejan de ser humanos desde el momento en que se desenvuelven por medio de órdenes, actúan a través de códigos y al igual que sus ametralladoras y tanques, son una máquina más. Muchos militares, antes de atacar al enemigo, reprimieron a su propio pueblo, que solamente exigía justicia e igualdad, mejores condiciones de empleo, educación y trato.
Por lo general, los soldados son personas incultas, flojas, que debido a su poca o nula capacidad intelectual, se vieron obligados a unirse al ejército y ven en su revólver, el respeto que siempre quisieron tener y creen merecerlo. Su presencia genera hambrunas, pestes y genocidios.
Es un orgullo total contradecir a nuestro glorioso Himno Nacional Mexicano y decirle a Francisco González Bocanegra, lo equivocado que estaba al pensar que a nuestro país, “un soldado en cada hijo te dio”.

Gracias por leerme...ASR

10 de septiembre de 2010

En un Camión



No es tan malo recorrer la ciudad en el servicio urbano; no cuando está vacío y puedes observar cómo se desenvuelven los habitantes de tu localidad, cómo se refleja el entorno que vivimos en la actitud de cada individuo antes de llegar a su destino.
Generalmente son personas de la clase media o baja quienes utilizan este transporte, donde la mayoría son obreros y estudiantes. También es común observar chiquillos en compañía de sus padres, principalmente los fines de semana.


IMAGEN: DEVIANART.COM

Decenas de niños y jóvenes reciben un mal gesto cuando en lugar de monedas, entregan al conductor un boleto color rosa o café, que en muchas ocasiones, principalmente a los alumnos de preparatorias, le es regresado, pues su credencial escolar no tiene vigencia.
Es común en quienes cursan la prepa, cuando abordan el autobús en grupo de cuatro o más integrantes, traten de llamar la atención a través de cantos y albures, al grado de generar un alboroto y poner de mal humor al chofer y a algunos de los pasajeros; a otros simplemente les da risa. También se ven parejas besándose, mientras sus compañeros observan ya sea con admiración, asombro o celos.
Los camioneros y vendedores se han adaptado y ni la barra registradora que se instalaron en las esquinas de las escaleras para subir de algunos vehículos, ni los simples letreros de “No vendedores ni cantantes” lograron acabar con quienes ven en los camiones, una vía de generar dinero, utilizado principalmente para subsistir o mantener estudios, pero también hay quienes intentan cantar para satisfacer sus vicios.
Ya no se entonan las canciones populares y tampoco solamente se toca la guitarra; incluso hay quienes cantan en inglés, se ven yembes y flautas para canciones de reggae, pequeños teclados y güiros para géneros latinos y hasta bombos de batucada he visto en muchas ocasiones.
Es menester resaltar que la mayoría de los cantores son jóvenes, y aquel “viejito” que pedía un peso luego de cantar algún corrido, se ha vuelto cada vez más escaso. También se debe recalcar que pocos son dignos de ser nombrados músicos y ha muchos se les entiende que la desesperación los obliga a cometer semejante ridículo.
Los nuevos comerciantes cambiaron las paletas y chicles por pulseras, pomadas, ungüentos CDS, plumas con lámparas, entre otros productos aparentemente útiles y accesibles para los pasajeros y a su vez, payasos, mimos y cómicos frecuentan realizar sus mini espectáculos, ante quienes abordan un camión.

IMAGEN: DEVIANART.COM

Personajes como “El Pelirrojo de la Muerte”, aquel chofer que jugaba carreras con los demás camioneros durante su breve recorrido Cuci – Central Camionera de Ocotlán; estos vehículos ocotlenses, que aparte de oxidados, despintados, sucios y rayados, son altamente contaminantes.
Emos indígenas, borrachos golpeados y sangrados, futbolistas frustrados, mujeres que cambiaron el pañal a su bebé, entre otras celebridades, he tenido el placer de observar dentro de un camión.
Podría criticar a quienes ingresan sus cajas de jitomate, bolsas grandes con elotes u otros alimentos, pero haber estorbado con mi maleta llena de ropa y cuadernos, ya sea en las rutas 80A, 80B o 611, me impide hacerlo.
Pero no es tan agradable cuando apenas y puedo entrar, que hay 60 o 70 personas dentro del camión y apenas se puede avanzar. Aventones, empujones, reclamos o bien, personas que mientras comen, arrojan su basura por la ventana o transeúntes que ingieren sus “latones”, me son bastante desagradables.
Recuerdo que alguna vez un autobús olía a marihuana, también vi a un cholo adulto que acosó a una niña de secundaria, quien se asustó e inmediatamente se bajó; acciones similares son demasiadas e incluso, existen rutas que cuentan con unidades exclusivas para mujeres y niños menores de 10 años.
Y me acostumbré a andar en camión. Las pesadillas que me invaden desde los 15 años, en las cuales he atropellado decenas de personas, mi apatía hacia los motores y lo estúpido que me parece el exceso de velocidad tienen como resultado que cada vez que voy al centro, estadio o cualquier sitio en el que tenga que caminar más de 30 cuadras, deba juntar seis pesitos y tomar un midibús.
Casi siempre me enojo cuando se me olvidan mis manos libres y no puedo escuchar música, pues es raro el conductor que no escucha banda o cumbias, o bien, se dedica solamente a realizar su trabajo, que es manejar.


Gracias por leerme...ASR

30 de agosto de 2010

Llamada bochornosa e incómoda

“El mundo necesita un cambio, ocupamos decirle a las sociedad que no es necesario matarse por diferencias políticas o religiosas… ¿o quién lo hará?, ¿dios?”.
JAMES NATCHWEY, en el documental “Fotógrafo de Guerra (2003)”.

Imagen: "Sonrisa de dios en el jardín", autor desconocido

La tarde del último domingo de agosto estuvo nublada, pero con un calor desesperante, de esos momentos en que se agradece que mi cuarto sea oscuro, pues generalmente a las 16:00 horas se necesita de la energía generado por un foco, sin importar estación ni condición climática.
No fui al servicio ni viajé a Tepatitlán, pues un amigo oriundo de ese municipio cumple años por estos días y desde el lunes invitó a varios compañeros a su casa. Tampoco fui al centro; el sábado me llamaron porque unos viejos conocidos se reunieron en un popular bar de la Perla Tapatía y les dije que probablemente no contarían con mi presencia…y así fue.
Por diversas situaciones preferí quedarme en casa y a las 17:00 horas, ya con la luz encendida en mi habitación, suena el teléfono y al contestar me preguntan por mi hermana Iris. Generalmente les digo que no está y cuelgo, o cuando sí se encuentra a quien buscan, simplemente le aviso al solicitado, sin preguntar quien llama.
Pero el acento norteño, muy similar al de mi amiga sonorense Paloma, me agradó demasiado que quise alargar 10 segundos la conversación al preguntarle ¿quien la busca?...error.
No fueron 10 ni 20 segundos…1 HORA 20 MINUTOS fue lo que duré platicando con esta mujer que respondió al nombre de Liliana, es miembro de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, mejor conocidos como Mormones.
Conozco la historia y antecedentes de esta institución, pero siempre resalto la capacidad de entablar una charla con imponente dulzura y amabilidad que tiene esta gente, que me es imposible colgarles y de paso decirles: ¡ya, dejen de estar jodiendo, jamás me bautizaré en su iglesia!
Comenzó a platicarme de dios, bla bla bla, que es nuestro y padre y nos quiere, bla, bla bla, de Jesucristo y me preguntó si yo creía en él. Respondí que sí, más recalqué no ser devoto, mucho menos fanático.
“Hermano Arnulfo, ¿has escuchado sobre Moisés?”, me preguntó Liliana, y mientras su agridulce y juvenil voz me impidió exhortarle a que nunca más volviera a decirme “hermano”, recordé aquella película que vi hace tiempo, para acomodar de mejor manera mi respuesta.
“Sí, se quien fue”, respondí, “una princesa lo vio navegar por el Río Nilo en una cuna o que se yo, cuando era un bebé, después creció, abandonó su reino porque dios le ordenó ser profeta, duró 40 días en el Monte Sinaí, regresó a su pueblo, a quienes salvó después de dividir el Mar Rojo. Su gente no aprendió sus enseñanzas y se volvieron materialistas al adorar a un cordero de oro que no recuerdo quien fabricó.
“¿Pero sabes cuál es la principal aportación de Moisés?”, me cuestionó con cierto aburrimiento, luego de escuchar mis argumentos.
“Este…no, no recuerdo algo más”, respondí. Algo decepcionada, mencionó que los 10 mandamientos, título del filme en el que basé mi respuesta, los mismos que te hacen memorizar en varias doctrinas, Dios los encomendó a Moisés, para que fueran divulgados en todo el mundo.
Siguió con su temática teóloga y sigo sin comprender que otro motivo me orilló a no finalizar la llamada lo más pronto posible. De repente, me invitó a que por la noche, realizara una oración, en la que platique con dios y le pregunte que me hace falta y cual de todas las iglesias es verdadera.
Con cierta modestia le comenté que desde hace más de cinco años, me he olvidado de esa clase de actividades. En 2005 creí pedirle al “Padre Celestial”, como le dicen los mamones, por aquellas personas que murieron en el tsunami en Asia, o por los niños que sufrían en Irak.
Pero en esa época fue cuando empecé a leer y ver documentales. Conflictos bélicos desde que el primer ser humano se apropió de un caballo y un árbol; Imperio Romano, Santa Inquisición, conquista de continentes desconocidos, dos guerras mundiales; pestes, hambrunas, Sida, entre otras situaciones, te obligan a buscar respuestas y soluciones en otros lados.
Personajes como Napoleón, Hitler, George Bush o distintos Presidentes, Papas, Líderes Sociales o para no irme lejos, Cárteles del Narcotráfico, secuestradores, violadores, etcétera, nos hacen dudar de la existencia de un dios, o bien, si en realidad es tan bueno y generoso como lo venden todas las religiones.
Seguro que mi respuesta le incomodó a Liliana, lo noté en su tono, que perdió suavidad y me contraatacó con Noé, a quien dios le ordenó construir un arca, a la cual muchos de sus vecinos se negaron a abordar, pues lo consideraron ridículo y como castigo murieron en un diluvio que si no me falla la memoria, también duró 40 días… ¿Qué significarán 40 días para dios?, luego se lo preguntaré y si me responde, prometo decírselos…
“Dios sabe porque ha habido tantas guerras, es una muestra de su poder; si no hay fe entre los hijos, no puede haber ningún milagro”, amedrentó la “hermana Liliana”.
Lancé otro golpe, sutil, pero bien colocado. “Desde pequeño nuestros padres nos inculcan a temerle a dios: no hagas, no digas, porque te va a castigar diocito y te vas a ir al infierno”, respondí. “Crecemos con la conciencia inquieta de opresión que cuando caemos en los pecados, ni cuenta nos damos y hasta nos alegra hacer el mal al prójimo y acumular enemigos, pero eso sí, amamos a dios y le heredaremos a nuestros hijos la fe y el respeto a semejante divinidad”.
Lili continuó con la historia de Joseph Smith, pero esa no la mencionaré porque en verdad me causa pena ajena.
Aclaro, como lo hice con Liliana desde un principio: nada tengo en contra de aquel que motiva a la sociedad a portarse mejor, a sonreír y regalar gestos de bondad; al contrario, le agradezco y con gusto platico con él, mientras no sea con el objetivo de comprar a Cristo, o hacerme un descuento para ingresar a su secta y aunque los mormones tengan razón y solo ellos sean santos, no me quiero bautizar ni entregarme a dios…desde un nombre horrible hasta la porquería del País que vivo no me motivan a cumplir el Primer mandamiento que dictó Moisés.
Me urge encontrar que hacer los domingos y de momento no utilizaré alguna noche para rezar y pedir por la humanidad, ya tendré 40 años y la conciencia totalmente sucia para hacerlo…