Esta semana, el tema de conversación en el ámbito boxístico es la pelea que al parecer sostendrán, por quinta ocasión, Juan Manuel Márquez y Manny Pacquiao, a finales de año.
Contra los intereses poco se puede hacer y Bob Arum prácticamente tiene montado el evento, que se realizaría en Macao, y en caso de que el mexicano se niegue a medirse nuevamente contra el “Pacman”, sus posibilidades de conseguir un campeonato u otra pelea relevante serían mínimas.
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¿Por qué Márquez se negaría?
El “Dinamita” se ha cansado de repetir que el
fulminante KO que le propinó al filipino en diciembre de 2012 fue el punto
final de sus combates, y aunque se habla de que podría embolsarse hasta 15
millones de dólares, Márquez no olvida que para la primer revancha debió
esperar cuatro años, y tres para la tercer pelea.
¿Por qué negarse podría ser el
final?
Los campeones en peso
welter, Shawn Porter, Keith Thurman y
Floyd Mayweather Jr. pelean para Golden Boy Promotions, lo mismo que los súper
ligeros Danny García y Lamont Peterson; la única opción es Ruslan Provodnikov,
a quien Márquez evitó.
Sin duda tendría sentido un
quinto capítulo de esta legendaria rivalidad, pues basta ver los últimos dos
combates de Pacquiao, cuando en noviembre exhibió a Brandon Ríos, y
recientemente contra Tim Bradley en abril, a quien le arrebató el cinturón OMB.
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Dos boxeadores de primer nivel.
Márquez dio cátedra ante Mike Alvarado, a pesar de haber caído en el noveno
asalto nunca estuvo en condiciones de perder, y su derrota ante Bradley fue por
escaso margen.
No sé con quién compararlos, son
únicos, si acaso superados por Floyd Mayweather Jr., pero de él, en 20 años, sólo
se hablará de un afroamericano que ganó muchísimo dinero y terminó invicto… ni
una sola de sus peleas será recordada, ni los robos ante Oscar de la Hoya y
José Luis Castillo, ni su más reciente triunfo ante Marcos Maidana, el valiente
argentino que pudo conectarlo.
En cambio, de las historias de
Juan Manuel Márquez y Manny Pacquiao se podría escribir una enciclopedia…o dos:
se enfrentaron a rivales de renombre cuando estos aún estaban vigentes,
invictos, y no en el ocaso de su carrera, como lo ha hecho el propio
Mayweayher.
¿Falta un capítulo a este drama
titulado Márquez - Pacquiao?
Por supuesto que sí. El demonio
filipino no puede quedarse con los brazos cruzados.
Han pasado 24 rounds desde aquel
escalofriante nocaut que lo alejó del planeta varios minutos, en ese sexto
asalto de aquel 8 de diciembre de 2012, cuando se vio tan feroz como cuando
despedazo a Marco Barrera, a Ricky Hatton y a Miguel Cotto, y de repente, esas
ansias de liquidar a quien siempre se había dicho robado, lo motivó a irse con
todo su arsenal en los últimos 10 segundos del asalto y… un derechazo del
excelso Márquez lo dejó como todos mexicanos anhelaban verlo desde años, dado a
la innumerable cantidad de pugilistas mexicanos que había despachado.
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Y Manny volvió. A pesar de las
súplicas de su esposa y amigos. Con justicia recuperó el cinturón porque, siendo él un boxeador “fajador”, dio
clases a un bravísimo Brandon Ríos, y llegó la hora de ajustar cuentas con Tim
Bradley, una corona que no debió haber perdido, no al menos en junio de 2012,
cuando increíblemente los jueces vieron ganar al norteamericano.
¿Qué puesto ocupan en la historia
actual del boxeo? No está de más recordar que noviembre de 2011, en la tercera
edición, todos daban por muerto al mexicano y aunque dio la mejor pelea de su
vida, los tres jueces lo vieron caer, irónicamente le fue peor en las tarjetas
que en los dos primeros combates que realmente fueron parejos, muy complicados de
calificar round por round.
Por supuesto que falta un
capítulo final… ¿Se retiran ambos? ¿Consolidan
a Macao como sede boxística, o atascan el Estadio Azteca? Aún no se sabe,
porque aquel regreso luego de irse tres veces a la lona; aquella caída que
definió una férrea pelea; el robo más grande de la historia en una pelea de
campeonato y uno de los KO más brutales de todos los tiempos parecen poco para
la grandeza de estos míticos boxeadores.
Gracias por leerme...