Concluyó la jornada boxística de
este sábado y vi una foto donde Carl Frampton y Leo Santa Cruz se abrazan tras
la pelea, y lo primero que pensé fue que ya ninguno está invicto: que de
momento, cada uno es el “némesis” del otro y hace un año, ambos parecían
invencibles. Y esa noche me acosté reflexionando la frase: “arriba del ring nadie
es inoqueable, tú, Carlitos”, que dijo Julio César Chávez en el round que le
detuvieron la pelea a Francisco “Bandido” Vargas, quien se presentó como
campeón pluma con marca inmaculada ante Miguel “Alacrán” Berchelt, el ahora
campeón.
Aún no se sabe si Leo y Carl se
verán las caras arriba del ring por tercera ocasión, y es muy pronto para
cuestionarse si sus combates ya están a la altura de épicas rivalidades como
Erik Morales-Marco Antonio Barrera, Manny Pacquiao-Juan Manuel Márquez, Arturo
Gatti-Micky Ward o Israel Vázquez y Rafael Márquez (hablar de Alí-Frazier o
Leonard-Durán es exagerado).
Hace casi un año, “El Chacal”
decidió subir a peso pluma luego de unificar en las 122 con Scott Quigg, a
quien le propinó su primera derrota. Al anunciarse que enfrentaría al
“Terremoto”, no fue considerado como favorito, pero sorprendió el 30 de julio
en Nueva York al imponerse por decisión dividida, en un combate muy competitivo
entre dos invictos, que quizá fue el mejor del 2016.
Ante esta hazaña, Ring
Magazine y la BWAA
(Boxing Writers Association of America) lo nombraron “boxeador del año”. En
la revancha -ahora realizada en Las Vegas-parecía que el norirlandés ganaría con
facilidad debido a que dominó claramente a su rival en los rounds que ganó,
pero los ajustes del michoacano rindieron frutos y vengó la caída. El domingo
Santa Cruz amaneció como súper campeón de la AMB y candidato a estar entre los
mejores libra por libra del mundo; en cambio, Frampton sin cinturón y sin la
carta de presentación de invicto. Así es el boxeo.
Fueron dos peleas épicas,
sumamente cerradas: cualquiera pudo ganar la primera y también la segunda.
Sería injusto calificar de robo si los resultados hubieran sido opuestos. Ante
la sorpresa de los medios, el michoacano mencionó que, en caso de perder,
consideraría retirarse del boxeo, a pesar de que apenas tiene 28 años y tres
campeonatos en diferentes divisiones que lo respaldan como un peleador
taquillero.
Y es que es común escuchar cada
fin de semana a muchos “expertos” argumentar que existen combates que pueden
marcar un repunte o un retiro, o en casos como este, donde se enfrentan dos
exponentes en el mejor momento de su carrera, suelen destruir con sus críticas
al boxeador que pierde por primera vez. Así pasó en julio con Santa Cruz, y
seguramente ya hay genios en el deporte de los puños que están desacreditando
al “Chacal”, de 29 años y ex campeón en dos divisiones.
Pero es preferible recordar estas
peleas que enaltecer a un boxeador que no ha perdido, principalmente por no
enfrentar a la mejor oposición, en el momento indicado. No todos recuerdan el
orden de los resultados de las trilogías de Barrera-Morales, o el de las cuatro
guerras de Márquez y “Pacman”, pero en la mente de la afición permanece que
fueron dramáticas y que sus ídolos no decepcionaron en cada una de ellas.
Lo menciono por lo que sucede
actualmente la categoría de peso mediano, donde apenas este año Daniel Jacobs
se atrevió a enfrentar a Gennady Golovkin, a quien ciertos promotores y
boxeadores tratan de empolvarle su fenomenal marca invicta de 33 nocauts en 36
triunfos, asegurando que no ha enfrentado a alguien de élite, y sin embargo,
son los primeros en darle la vuelta a la hora de firmar la contienda.
Como ejemplo, difícilmente el
público olvidará que Saúl Álvarez, a quien muchos quieren vender como el mejor
libra por libra actual, renunció a su cinturón de las 160 libras días después
de decir: “hay que dejarnos de mamadas”, respecto a su combate con el kazajo.
Lo mismo sucede con la pelea entre Pacquiao y Floyd Mayweather, que debió
realizarse en 2010, pero el famoso “Money” pidió mil condiciones, todas a su
favor, y cuando por fin se firmó 5 años después, el filipino ya no lucía igual
de espectacular.
Santa Cruz y Frampton son
boxeadores serios. No andan de bocones y atraen a los fanáticos suficientes
para llenar las arenas. Fue emotivo escuchar los cánticos europeos, al puro
estilo del fútbol, y las porras de “¡Leo, Leo!” y “!México, México¡”, tanto en
el Barclays Center, en julio, y el sábado en el MGM Gran de Las Vegas.
Es lo que necesita el boxeo:
exponentes serios, no payasos. “Canelo” prefirió pelear con Chávez Jr., quien
no brinda un buen combate desde mayo de 2012 ante Andy Lee, cuando demostró que
tenía toda la casta para ser un campeón decente, pero hizo el ridículo en su
siguiente compromiso y de no ser por “una bala perdida”, como las nombra su
padre, quién sabe con qué cartas se presentaría para medirse al consentido de
Óscar de la Hoya.
Será 164.5 libras, ante un tipo que
en su última pelea marcó 167.5 y parecía un cadáver embalsamado (A Golovkin
quería bajarlo hasta las 155). De momento no habrá un campeonato en juego y
ninguno termina de convencer a los fieles seguidores; aún así hay quienes se
atreven a decir que será la pelea más grande entre mexicanos, y su principal
argumento es el morbo que genera y la gran cantidad de gente que la verá.
Ni “Canelo” ni “Chávez” están
invictos. El jalisciense cayó ante el mejor estilista de la historia, y en
condiciones desiguales de peso. Justo como han sido muchas de sus peleas (pero
a su favor), mientras que en el caso de Julio, fue más la falta de preparación:
esa bala perdida al “Maravilla” Martínez pudo conectarla en el 4to o 10mo round
si hubiera entrenado como se debe, y de ser responsable, nada tenía que hacer
en las 175 ante Fonfara. Me conformo con que este “mega combate” sea la mitad
de bueno que el brindado por Berchelt y el “Bandido”.
Son pocos los ídolos que se van
invictos. Mayweather y Ricardo “Finito” López nunca perdieron. Pero se sabe que
ambos se vieron favorecidos por los jueces ante José Luis Castillo y Rosendo
Álvarez, respectivamente. Aun así, de haberse hecho justicia en las tarjetas,
su legado seguiría intachable.
En marzo se medirán dos buenos
campeones welter que no conocen la derrota: Danny García y Keith Thurman; pareciera
que por la edad, Gennady Golovkin y Andre Ward están a un par de peleas de
perder su mejor nivel, y en breve perderán por primera vez, y el futuro apunta
a que Vasyl Lomachenko, Mikey García, Terence Crawford, Naoya Inoue y Román
González, aún les queda rato para presumir un récord inmaculado.
La calidad de estar invicto y ser
campeón sin duda genera morbo, aunque desafortunadamente se presta para
proteger a los boxeadores más populares, o a los prospectos que los promotores
creen que les darán grandes ventas pay per view. Pero al mismo tiempo que se
esperan las excusas que pondrán De la Hoya y “Canelo” para no enfrentar a
Golovkin luego de Chávez Jr., algunos se preguntan si Santa Cruz aceptaría
viajar a Belfast, la casa de Frampton, para sellar una inolvidable trilogía.
ASR