29 de octubre de 2019

Preséntame como Guasón



Es muy probable que los jóvenes vagos que al iniciar el filme golpean a Arthur Fleck tras quitarle el anuncio que mostraba durante su horario laboral, formaran parte del tumulto que al final lo liberó de la patrulla; la figura de payaso asalariado de la cual se burlaron, después la veneraban, impulsados por un asesinato que se interpretó como un acto de justicia social.

Espero que esta opinión no me convierta en un experto en cine frustrado

Vi la película de Guasón en condiciones poco idóneas: sucedió el sábado de una semana en la que el insomnio me consumió de forma terrible: en los tres últimos días dormí entre 10 y 12 horas, se me dificultó abrir los ojos y en cada pestañeo percibía luces verdes, rojas y azules; para completar este escrito pensé en la opción de regresar al cine, pero lo redacté de una vez porque esta película bien puede tratarse de una ilusión del protagonista, según la interpretación de los relojes que marcan las 11:11, lo mismo que el contraste notorio entre la torpeza que plasma Joaquin Phoenix en su papel de payaso de fiestas infantiles con la elegancia y ademanes refinados que realiza cuando viste un traje rojizo; es decir, existe la posibilidad de que en realidad Batman tan solo sea una especie de Conde Drácula moderno, creado por la ilusión y delirio de un comediante fracasado. Por cierto, es destacable el perfil de Thomas Wayne, el papá de Bruce, muy opuesto a los principios que suele defender el gótico y huérfano héroe con capa.

Viene lo relevante: el o los momentos en que nos identificamos con el villano más peligroso de Ciudad Gótica, esas comparaciones que en las redes sociales ofenden a más de un purista. Este año he tratado de redactar crónicas, relatos y demás escritos. Ahora mismo tengo un par de cartas inconclusas, escritas a mano con pluma de gel para grabar la letra lo más bonito posible y así tratar de impresionar a quien están dirigidas. Recordé este acto pendiente cuando Arthur asiste a la terapia donde recibe medicamento y muestra su cuaderno. Sentí miedo porque a mis hojas considero agregarles recortes fotográficos o de periódico.

Las letras de Joker de verdad asustan


Otro aspecto que me llegó es que aún vivo con mi madre. Ella y yo solos en una casa de dos pisos llena de humedad. Bueno, de repente nos visita gente y paso mucho más tiempo en la calle, pero aún así es un trauma que me afecta desde hace casi una década.

Cuando su compañero payaso le entrega la pistola, recordé las múltiples ocasiones en que mi padre (un militar de profesión para quienes no lo saben) insistía en que yo debía aprender a disparar. Seguido me pregunto qué sería de mí en caso de haber aceptado, porque además de mi actitud en casa que por lo general consistía en llevarle la contraria a mis papás, siempre dudé de la serenidad que me gusta mostrar en mi día a día, y suelo estresarme con suma facilidad. Lo que quiero decir es que me asaltan dudas como ¿habría disparado a la primera incitación contra quienes se burlan de mí? ¿Tener una pistola me haría alguien prepotente? ¿Buscaría enemigos solo porque cargo un arma? ¿Habría sido capaz de matar? ¿Ya me habrían asesinado?

Y ya que he incitado crímenes mortales, este drama aborda un rechazo a la clase social alta, por así decirlo: Fleck asesina a quienes fueron catalogados por la prensa como “ciudadanos ejemplares”, empleados de una importante empresa, propiedad del papá de Batman, quien los cataloga como parte de su familia, a pesar de no conocerlos; Arthur se deshace de los hipócritas, prepotentes, petulantes y bien vestidos, y no de los pandilleros, también hipócritas y presuntuosos, pero de escasos recursos. Aunque si se analiza a detalle, a estos últimos no los asesina porque estaba medicado y todavía no portaba la pistola; aún así es se muestra la imagen rebelde del Guasón, aunque en este filme, supuestamente alejado de la idiosincrasia anárquica de los cómics (de súper héroes, sólo he visto la saga Spiderman que protagoniza Tobby McGüire), el principal factor es la enfermedad mental: de hecho, se emite un claro mensaje a los gobiernos que urge invertir más en salud mental.

Abundan las bromas respecto a quienes se identifican con el Joker; en las redes sociales, principalmente en Facebook, existe un gran sector de intelectualoides que tildan de millenial-experto-fracasado a toda aquel que expone una simple impresión. Las burlas por opiniones que miles de personas compartieron en sus muros o feed de Twitter, se viralizaron porque hacen reír y ciertos influencers los exhiben… algo así como le sucedió a Arthur con el comediante exitoso, de quien no recuerdo su nombre pero interpreta Robert de Niro.

Memes: todos somos Joker


Porque todos podemos ser el Joker. Y porque muchas ciudades o países parecieran vivir en un caos sin autoridad competente. Mientras busco inspiración para este escrito, en Sinaloa, para evitar asesinatos de rehenes, liberaron a un narcotraficante, cuyo padre burló a las autoridades mexicanas adiestra y siniestra, como si se tratase del mismísimo Guasón, y nuestro presidente asumió el papel de villano, como alguna ocasión lo hizo Batman con el fin de establecer el orden. Porque quienes golpean a Arthur no dudo de que, si en lugar de habitar Ciudad Gótica en los 80 vivieran en la Ciudad de México actualmente, serían ninis beneficiados por Andrés Manuel López Obrador, un líder que enojado por perder elecciones bien podía ser el Guasón versión Heath Ledger, pero ahora que es Presidente actúa como un payaso de cuarta categoría. Creo que ya me salí del hilo y terminaré hablando de todo el odio que siento por este inepto HDP que tardó 15 años en graduarse (muero por ver a Carmen Aristegui investigando los estudios de esta chinche, así como lo hizo con el copetón de EPN) ...

¿Habrá un personaje más enigmático que el Guasón?

Como decía, nuestra sociedad, a dos décadas del nuevo milenio, puede compararse con un thriller de un asesino psicópata como el Guasón. Porque este mundo, donde se supone que cada individuo por lo general percibe que lo correcto es su forma de actuar y analizar la vida, y todo lo demás que se tiene que corregir, sustituir o erradicar proviene de las personas que lo rodean, de repente, por un mal día en el trabajo o en la casa, nos obliga a creer que en cualquier momento vamos a enloquecer, que cualquier chispa nos hará estallar, o bien, que nuestra vida, más que una tragedia o una comedia, puede ser una simple alucinación.

Por cierto, prefiero al Joker de Ledger, un tanto esporádico y concebido muy alejado del protagonismo que goza la interpretación de Phoenix. Intuyo que seguirán buscando más caracterizaciones de este payaso que tanto consterna a la humanidad, y del que todos seguro tenemos aunque sea una pequeña parte de él. Arthur, que según leí es el primer nombre oficial de un Guasón, sigue siendo todo misterioso, porque no sabemos si lo que desarrolla su cerebro son recuerdos o fantasía, como sucedió en The Dark Knight, donde cuenta dos versiones distintas de sus cicatrices en la cara.

Y en cuanto a AMLO: también se ve mejor como el Joker agitador de delincuentes, que como un payaso fracasado.

Al final hubo aplausos. No recuerdo algo similar en el cine. Varios trabajadores de Cinépolis que recogían las palomitas, y otros adolescentes que salían en bolitas de hasta seis cabronas y cabrones, imitan la estresante y enfermiza risa del Joker. Unos pasos después escucho a un señor obeso y bigotón, que le dice a una mujer que la acompaña mientras la suelta de la mano para explayar su idea con ademanes: "era un pinche trabajador más y nadie lo respetó". En tanto pienso que recientemente vi una obra de teatro local que se llama “Moby, la ballena poeta”, donde un joven que trabaja de botarga en una pizzería ve cómo se va frustrando su sueño de ser escritor.

ASR