31 de mayo de 2018

Como una piedra

Una simple canción, de 3 o 4 minutos, que repite coros y estribillos 3 o 4 veces, puede ser igual o más compleja que una novela clásica de mil hojas. Les juro que no exagero

Recientemente vi un video de los éxitos musicales más representativos de la década pasada, y entre los primeros lugares apareció “Like a Stone”, de Audioslave, aquella súper banda compuesta por el vocalista de Soundgarden y tres integrantes de Rage Against the Machine: así los ubiqué, porque afortunadamente me tocó ver el lanzamiento de su segundo sencillo que anunciaron con bombo y platillo en MTV, allá en el 2003. A mis 15 años, no sabía que sus nombres eran Chris Cornell, Tom Morello y Tim Commerford (del baterista aún no me aprendo el nombre).

IMAGEN:  "Like a stone", byvPandatails (Deviantart)

Escucharla fue mágico: un tema con todas las características de convertirse en un clásico posterior a la caída del grunge, en una época en la que, en Estados Unidos, como “representantes del ámbito rock”, iban de salida el nu-metal y el happy-punk. MTV Latinoamérica producía desde Los Ángeles, y como parte de la invasión británica, dominaba ese género “post britpop” que lideró Coldplay, seguido de Travis, Keane y otros.

En aquel 2003 apenas y entendía el inglés. Busqué casi todas las palabras y deduje que se trataba de un sujeto que iba a misa a rezar, para pedirle perdón a un ser querido, talvez su madre, talvez su esposa. No quise saber más y me conformé con disfrutar de ese formidable solo de guitarra que inmortalizó Morello y que da escalofríos; bastó admirar la imperiosa voz de Cornell que en esta melodía demostró por qué siempre estuvo a la altura de los grandes intérpretes noventeros, que nada le pedía a Kurt Cobain, Layne Staley, Eddie Vedder ni a Scott Weiland.   

Recientemente se cumplió un año del fallecimiento de Cornell. Se dice que fue un suicidio. Leí una entrevista con Commerford, quien recordó que durante la grabación del primer álbum de Audioslave, creyó que Like a Stone se trataba de una canción de amor, pero Chris le indicó que no, que hablaba de la muerte: de un anciano cansado de vivir, melancólico porque todos sus seres queridos se han ido, y es a la calavera a quien “espera en su casa, en cada cuarto, pacientemente”.

Tiene razón. Jamás relacioné el tan claro “on my deathbed”, el lecho de muerte, como algo directo real, y quise asociarlo con esa metáfora aburrida de que a diario estamos pendiendo de un hilo, que somos muertes vivientes, que tenemos el alma opaca y sólo vive el cuerpo. Algo así. Total, que me quedé “como una piedra”.

Ahora amo más esta canción, igual que mis libros, que algunos amigos entienden de otra forma a como yo lo hice… que subrayan, o los atrapan, frases que yo ni siquiera capté o valoré debidamente, y viceversa.

Qué bella es la música cuando pertenece al arte. Ahora no sé qué otra canción del 2000 para acá es mejor que aquella que inmortalizó Cornell.

ASR

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