20 de septiembre de 2016

Lunes ansiados

Se avecina el otoño y, al menos en mi mente, ya huele a mandarinas. Estoy feliz porque estos son mis mejores días año tras año, porque ya no hace tanto calor y aunque de repente chispea, podemos decir que las lluvias se han ido; cierto es que también se aproxima el frío, pero con los años ha disminuido y además, como la mayoría de la gente, ella suele ponerse melancólica, por lo que mis probabilidades de abrazarla y de templar mi cuerpo junto al suyo, se incrementan.

Quienes reniegan de los lunes, seguro es porque no tienen la dicha de verla, al menos cuando entra y sale del trabajo. Siempre es en este día cuando mejor se arregla, y aunque suele estar más seria de lo ordinario, es cuando su sonrisa resplandece más. Porque sabe del poder que sus prendas imponen no sólo a los hombres, también a sus compañeras. Y ella disfruta ser el centro de atención los inicios de semana. El resto de los días vuelve a ser la de siempre.

FOTO: DEVIANTART

Aunque desde los sábados espero los lunes, sólo para contemplarla lo más temprano posible, hoy llegué de prisa a la oficina, a terminar un pendiente, y totalmente desubicado, inmerso en las letras de mi libro, que tratan del pasado.

Tan distraído estaba, que no escuché el imponente ruido de sus tacones; incluso, ni siquiera reconocí su voz cuando me saludó, y eso que acercó su boca muy a mi oreja. Al voltear vi su sonrisa coqueta, de mujer triste y maliciosa, la misma con la que me aturdió desde el primer día que la vi, si mal no recuerdo hace casi cinco octubres, y la misma que me detuvo el corazón cuando me reencontré con ella, hace año y medio, cuando ya ni siquiera pensaba en ella, pues había creído que nunca más la volvería a ver: de ese mismo modo inesperado, cuando ya la daba totalmente por perdida y de la nada apareció en la oficina donde yo trabajaba en ese entonces, así llegó y me saludó.

Vi sus torneadas piernas por varios segundos y añoré volver a acariciarlas: lástima que sólo me permitió amarla en verano, cuando más vanidoso y estúpido me porto, y no en estas fechas, en las que sin dudarlo me convertiría en su esclavo. Contemplé su mirada, y dentro de mi fantasía, sentí que ella anhelaba acariciar mi cabello, como hacía hasta hace unos meses. Guardaré los detalles más bellos y sólo recordaré que este lunes, como el anterior y el anterior, fui muy feliz al verla, y me sentí dichoso porque compartimos el mismo espacio y tiempo.

Después mis ojos se clavaron en sus empeines color almendra, que hacían un contraste divino con sus zapatos totalmente negros y tan bien cuidados, que parecían estar recién estrenados. En su piecito (lo es aunque esté patona) sobresalía un grano rosita, como de esos ocasionados por los mosquitos y que se hinchan tras rascarlos en repetidas ocasiones. “¿Habrá aniquilado al insecto que le provocó ese desperfecto?”.

Supongo que sí, es una experta para deshacerse de lo que ya no le sirve y de lo que le incomoda. Aunque quizá lo dejó rondar por un día más en su cuarto, porque también le agrada el peligro y compartir su poco tiempo libre con criaturas extrañas, como yo, y como los zancudos. Quién sabe qué habrá hecho anoche, o tal vez el grano se produjo a plena luz del día.

Por lo pronto, ahora que ya se consumen los primeros minutos del martes, espero a que sea lunes, y si  ese día hace frío y chispea, es mayor la posibilidad de que use pantimedias o leggins, acompañados de su gabardina. Entonces quienes tenemos la dicha de verla en la oficina, y quienes pueden contemplarla mientras espera el camión de ida y de vuelta, seguro contemplarán un bello motivo que los hará olvidarse, por un breve instante, de que es lunes.

 ASR

19 de septiembre de 2016

Marca “Canelo”, redituable en Fiestas Patrias

“Yo sé que a muchos no les gusta, pero soy el mejor peleador del momento. No le tengo miedo a nadie, tengo 26 años y he peleado con los mejores… ¡Viva México!”, fue el grito del “Canelo”, quien fue capaz de transformar, en ese momento, al Estadio de los vaqueros de Dallas en el Zócalo capitalino.

Ante poco más de 50 mil espectadores, la gran mayoría compatriotas suyos, Saúl Álvarez cumplió con las expectativas y con un nocaut espectacular en el round nueve derrotó a Liam Smith, para convertirse en campeón súper welter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y de paso revivir el Grito de Independencia en suelo texano, celebrado un par de días antes.

Con el triunfo ante Smith en Texas, Álvarez ha conseguido cuatro cetros mundiales en dos divisiones


Para acrecentar su victoria y su declaración, el jalisciense subrayó que (pese a que conectó muy buenos uppers con su guardia natural en todo el combate) se lastimó su mano derecha en el segundo round, demeritando un poco la gran actuación de “Beefy”, quien demostró las cualidades que lo llevaron a ser campeón y lo mantenían invicto, y también que el ruido ensordecedor del público a favor del mexicano, sólo lo trastornó en el asalto inicial.

Y es que la superioridad en potencia de Álvarez quedó demostrada desde los primeros jabs y fue hasta el segundo episodio cuando el oriundo de Liverpool, Inglaterra, se animó a lanzar combinaciones de más de cinco golpes; incluso logró cortar ligeramente al mexicano.

Contra las cuerdas, “Canelo” hacía retroceder al inglés y fallaba los contragolpes, aunque parecía que bajo este escenario había planeado la táctica para la victoria, pues los golpes de su rival lo dañaban poco. El mexicano no descifraba las fintas y por momentos sus golpes quedaban en el aire; pero lo mismo sucedía con “Beefy”, quien a partir del cuarto round comenzó a sangrar por la nariz.

Para el quinto asalto, el pánico escénico y el respeto habían desaparecido de la mente de Smith, aunque fue cuando “Canelo” propinó los mejores golpes que lo tambalearon en el centro del ring, y para el sexto, su párpado derecho sangraba constantemente, lo que empezó a dificultarle la vista. Con su gancho izquierdo, Álvarez buscaba el hígado de su oponente, para firmar el triunfo con el sello azteca que registró Julio César Chávez.

La segunda mitad del combate fue el inicio del final. Con dos buenos uppercuts más un volado de derecha a la zona hepática, Saúl derribó a Smith, quien se levantó de inmediato y en lugar de amarrarse, se defendió atacando; Canelo esquivó golpes hasta que terminó el séptimo round. Liam salió al octavo justo como al inicio del combate: dubitativo y sin convicción. Y aunque después pudo abrumar al mexicano contra las cuerdas, terminó yéndose a la lona de nueva cuenta, a causa de otro gancho al cuerpo.

Con las piernas tambaleándose, Smith no alternó su ataque. Sobre su espalda se veía una marca roja que refleja los intentos del mexicano por colocar un sólido gancho a la zona hepática, el cual llegó en el noveno round de forma categórica, y fue tal la expresión de dolor del inglés, que el réferi paró el combate cuando apenas había contado cinco segundos. “Beefe” se levantó de inmediato, cabizbajo y apretando los dientes, consternado por haber sufrido la primera derrota de su carrera profesional.

Al estilo JC Chávez, con un gancho al hígado el "Canelo" deleitó a los 50 mil asistentes


Antes de dar el micrófono al vencedor y nuevo campeón, el presentador pidió un aplauso para el ex monarca británico, quien se murió en la raya. Después siguió otra polémica declaración del jalisciense, quien aseguró que, hace un mes, le ofrecieron “el doble o lo triple de los que ha ganado (¿?)” a Golovkin para que se concrete un combate entre ellos, y sin embargo, el kazajo no ha respondido: hace un mes, cuando las peleas Golovkin-Brook y Smith-Canelo ya estaban firmadas. Eso sí, no precisó si buscaría el cinturón mediano del Consejo Mundial de Boxeo respetando las 160 libras, o pediría un peso pactado de 155 libras, como exigió luego de vencer a Amir Khan.

Es natural que esquiven a Golovkin, pues no nada más se corre el riesgo de sumar una segunda derrota: hay mucho más en juego. “Canelo” no es nada más la segunda marca registrada de su promotor el “Golden Boy”; el mexicano es la actual mina de oro del boxeo mundial y, ¿valdrá la pena arriesgarla ante un rival de 34 años, oriundo de un lejano país, que es seis veces menos poblado que México? Sólo si Golovkin llegase a vender la mitad de lo que este 17 de septiembre recaudó Álvarez, las televisoras presionarían para realizar el tan ansiado combate.

Aunque debió despojarse de los calzones para marcar las 154 en la ceremonia del pesaje, por su juventud Saúl aún puede realizar un par de peleas en esta división, sin que el desgaste represente un riesgo para su salud, aunque sería lamentable que eligieran a Willie Monroe Jr., un mediano natural y quien aburrió en la pelea coestelar de esa noche. En súper welter, como campeones están disponibles los hermanos Jermell y Jermall Charlo, además de Demetrius Andrade, quien a mi parecer es el mejor de la categoría.

Pero “Canelo” no dijo ser el mejor welter, sino el mejor del mundo, aunque si se consideran sus argumentos boxísticos sobre su popularidad, pareciera no encajar siquiera en un top 5, donde desde el año pasado quienes compiten por ser el libra por libra son Golovkin, Román “Chocolatito” González, Andre Ward, Sergei Kovalev y Terence Crawford, y además habrá que agregar a Vasyl Lomachenko y considerar el regreso de Manny Pacquiao.

No hay duda que, tras el retiro de Mayweather -quien también ya amenazó con volver-, el único boxeador capaz de arrastrar a más de 50 mil almas a un estadio es Álvarez; incluso su situación es más admirable, porque el “Money” reunía millares de “haters” y sus fanáticos más bien son acordes a su espectáculo boxístico: mezquino y conservador, incapaces de generar un ambiente semejante al que se vive donde se para el pelirrojo, lo cual no sucedía desde el mejor momento de “Pacman” Pacquiao y Oscar De la Hoya.

Como ejemplo, la semana pasada Carlos Cuadras y “Chocolatito” Martínez apenas juntaron 10 mil personas en el Forum de Inglewood, y eso que ambos se presentaron como campeones vigentes e invictos. Mediáticamente, “Canelo” es lo máximo, y tan sólo se encuentra un peldaño debajo de lo que generaron Mike Tyson, Julio César Chávez y el Púas Olivares, aunque para escalarlo, deberá enfrentar los verdaderos retos.

No recuerdo que Chávez, Juan Manuel Márquez, Erik Morales o Marco Antonio Barrera vociferaran ser los mejores del mundo: nunca necesitaron de la lengua para crear empatía, ni generar polémica. La táctica que le dio resultados a Mayweather, que consistía en decir ser el mejor no sólo del momento, sino de la historia, parece que De la Hoya la ha copiado.

Esa estrategia de antagonista podría tener éxito, ya que mucha gente no olvida que hace cinco años y medio, al pupilo de Chepo y Edison Reynoso le regalaron el cinturón súper welter del CMB, el cual se encontraba vacante y le consiguieron como rival a Matthew Hatton, quien toda su carrera había peleado en peso welter, y ni siquiera estaba posicionado entre los mejores 10.

Muchos de los que odian a Álvarez, o al menos aquellos que lo vieron perder ante Erislandy Lara y Miguel Cotto, y que le reprochan pelear ante rivales en desventaja de peso y acabados, como Amir Khan, Josesito López y Shane Mosley, también son consumidores de la marca “Canelo”. Pero son más quienes lo ven como un ídolo, a quienes convence con sus nocauts y estilo de pelea. A esos seguidores no les importó que hubiera perdido con Mayweather, aunque confían en que pueda derrotar a Golovkin.

Habrá que esperar quién será el siguiente oponente del boxeador más taquillero del momento. Ojalá sea una pelea de unificación, o que suba de lleno a las 160 libras… aunque esa decisión no depende de él, y quizá tampoco de Oscar de la Hoya, sino de las televisoras que programan sus presentaciones en mayo y septiembre, en pleno festejo de las fiestas patrias mexicanas.

 ASR

14 de septiembre de 2016

¡No se ha levantado este cabrón!

Fue bastante extraño observar a Don Pedro impaciente y sumergido en tal desesperación, que olvidó que en su casa manda el macho y acudió al auxilio de su esposa, Doña Natividad, quien en ese momento me preparaba un jugo.

“¡No se ha levantado este cabrón!”, dijo en un tono bajo, no tanto como él hubiera querido -la sordera de su mujer ha ido en incremento en los últimos meses-, pero sí lo suficiente para que no lo escucharan todas las personas que esperaban ser atendidas por Doña Nati.



Sin mirar a su marido y con voz resignada, como “dándole el avión”, respondió: “ve y dile algo”, y continuó concentrada, retirando con esmero las semillas, la pulpa y demás residuos atorados en el exprimidor. Hubo un amplio silencio y Don Pedro se retiró.

“¡Listo, joven, son 12 pesos, ya subió!”, me dijo la señora al entregarme el jugo, y noté en su mirada un poco de rubor, pues yo estaba hasta adelante, y tal vez le incomodó que haya escuchado el comentario de su esposo (soy cliente constante desde hace más de 10 años, sea temporada baja o alta, y nunca he renegado por el precio. Descarto que se haya sonrojado porque el jugo costó dos pesos más).

“¡Está demasiado dulce!”, le dije, luego de dar un trago a mi jugo de toronja, que de verdad tenía un sabor para deleitarse, lo que me sorprendió porque hace un par de meses concluyó la temporada. Mi felicidad (de verdad me hizo feliz beber ese jugo y puedo compararlo con la emoción que representa el comer el primer gajo de mandarina en otoño) tenía un plus: el domingo compré un jugo en un lugar donde los dan más baratos, pero parecía que las naranjas estaban echadas a perder, y añoré los que sirve Doña Nati.

Pero por desgracia, los domingos ella cierra a las 12, o antes, y en aquella ocasión ya era más de las 2 de la tarde, por lo que con mayor razón, debí destacar su producto, aunque la intención de mi comentario fue hacer como que no me interesaba, o no había captado, la presencia de Don Pedro.

Compré jugo de toronja, y no de naranja, porque Doña Nati me dijo que le habían llegado “pasadas de maduras” y las mejorcitas se acabaron desde temprano. Amo a la gente así: honesta con su servicio y cuidadosa con los clientes. Pero no voy a hablar de la bondad de esta mujer extremadamente católica, ni de su marido machista, ni de buenos modales ni mucho menos de consejos de marketing.

Me subí a la bicicleta y vi el reloj. Marcaba casi las 12:30. Ya era tarde. Y esto que cuento sucedió un lunes, un día después de tomar jugo de naranja semi-podrido. Sé a quién se refería Don Pedro cuando mencionó a “un cabrón que no se había levantado”. Lo conozco, es su “junior”. Tal cual, así lo llamaba desde que tenía 5 años, y así se dirige a él a la fecha, porque a “Pedrito” nunca le ha gustado su nombre.

Ese lunes no fui a trabajar y me levanté hasta las 10 de la mañana. Sé que es de muy mal gusto contar ciertas historias de personas ajenas, es chismear y algo así como meterse en lo que no nos importa… pero desgraciadamente me llegaron las palabras de Don Pedro, y para tratar de desprenderlas de mi mente, decidí escribir.

Lo primero que recordé fue a mi padre renegando, cuando a mis 16 años, en plenas vacaciones de verano, me levantaba incluso hasta las 12. Él tiraba indirectas, que ahora que estoy pisando las tres décadas, comprendo que es bastante incómodo tener en casa a un adolescente que no ayuda en los quehaceres.

A los 16, muchos ya alcanzaron su desarrollo total en estatura, que suele superar a la de tus progenitores, al menos en el caso de los hombres: ya comes como adulto, pero en muchas cuestiones, legales e intelectuales, se te interpreta como a un ser inocente y desprotegido que apenas da sus primeros pasos en la vida… y te vuelves abusivo.

A los 16 y en vacaciones solía jugar hasta tres “retas” en la calle. Me metía ya muy noche y me bañaba incluso a la 1 de la mañana. Chateaba en el Messenger hasta las 3, al tiempo que descargaba canciones de Ares, las cuales escuchaba a un volumen no alto, pero que sí incomodaba a quienes trataban de dormir, y a mí me valía madre: hasta sentía que les hacía un favor, porque sus oídos escuchaban música de primer nivel, como Oasis, Nirvana, The Who y Radiohead (cuando escuchaba a Blink 182 y demás basura happy-punk, aún lo hacía en el cyber: cuando Dios me juzgue, a mi favor diré que este no molesté a mi familia con este estilo… no en la madrugada).

Por eso me levantaba a las 12, o más tarde. Me salía a jugar, regresa a comer para volverme a ir y llegar a bañarme pasada la medianoche. Esto sucedía tres o cuatro días por semana..., reitero, en vacaciones de verano, Y esto le molestaba a mi papá. Creo que mi madre prefería que yo no estuviera en casa, o quién sabe, pues nunca hizo un comentario a favor ni en contra.

“¿A dónde crees que vas a llegar con esa actitud?”, me cuestionaba mi papá a cada rato, y después me daba sermones de cómo debía educar a mis hijos… y a mi vieja. Esto a mis 16, cuando apenas empezaba a interesarme por el sexo opuesto (siempre he bendecido que la calentura genital se presentó en mi cuerpo una vez concluida la secundaria).

No creo que Junior siguiera dormido este lunes a las 12 y media porque se desveló cuidando a sus dos hijos; es más probable que anduviera crudo (desde sus 15 años demostró que sería todo un “macho alfa” para eso de la parranda), y me pregunté qué habrá pensado mi madre respecto a que hoy me levanté tarde. Quizá recordó esa etapa de mis 16, o tal vez pensó que estaba muy cansado porque trabajé en domingo… o  a lo mejor ni siquiera le dio importancia, o incluso ni siquiera se dio cuenta. 

Me incumbió que Pedrito o Junior se levantara tarde porque aunque es cuatro o cinco años menor que yo, él y los de su edad actúan igual que los de mi generación, esclava de la tecnología y con alcance a lo que sucede en todo el mundo, pero que educa a sus hijos con la misma mentalidad retrógrada que lo hicieron nuestros padres, quienes de jóvenes, a lo mucho tuvieron una televisión en blanco y negro, la cual sólo transmitía telenovelas y noticias de la ciudad más cercana a su pueblo (Pedrito y yo crecimos en el mismo barrio, y más o menos tenemos el mismo nivel socioeconómico).

Y nuestros padres disfrutan que así sea. Les gusta saber que en logros patrimoniales superan a sus retoños, que ellos sí pudieron comprar una casa, aunque en ese entonces costaban 300 mil pesos y ahora valen un millón y medio, con todo y humedad, y los sueldos han incrementado muy poco. Aman saber que hicieron lo correcto al regañarnos y corregirnos –casi siempre mediante severos golpes y groserías humillantes-; que de haber sido de un modo más dulce, ahorita andaríamos vendiendo droga, o peor aún, ya estaríamos en la cárcel o muertos.

Seguir viviendo en su casa, lo interpretan como una señal de que aún dependemos de ellos, y les satisface que repitamos sus errores: “¿quién cuidaría a mis nietos si no estuviéramos?”, suelen presumir ahora que son abuelos.

O quizá realmente sólo son felices porque pueden vernos a diario y recordar sus tiempos mozos al apreciar nuestro rostro, y disfrutan con sus nietos los momentos que no pudieron tener con sus hijos. Porque el ser humano –sea macho o hembra-, es muy cursi cuando lo invade la nostalgia, y más cuando en su cuerpo se ha extinguido la belleza, la fortaleza, la arrogancia y demás armas de la juventud. No les gusta estar solos y a quienes ofendieron, maldijeron y renegaron de tenerlos como compañeros, ahora ya no quieren despegarse ni un segundo de ellos.

Aún vivo con mi madre, y aunque mis hermanas ya se fueron de casa, pasan mucho más tiempo con ella que yo. Generalmente salgo en cuanto me levanto y llego para bañarme y dormirme, aunque ya no a medianoche, sino mucho antes; ya hasta vergüenza me da jugar futbol y no me complace escuchar por la noche a Noel Gallagher, ya sin la compañía de su hermano Liam, ni a The Who. Aunque de repente sí pongo, lo más bajito posible, a Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina o Adele.

Me orgullece seguir soltero y no tener hijos; presumo que son las razones por las que aún mantengo un aspecto un tanto juvenil. Seguido pienso qué haría si de mí (y de mi actual sueldo) dependieran un hijo (o dos) y una pareja atada a una “firma civil”, o a una obligación de conciencia.

Me aterraría ser una mala imagen de quienes me quisieran, pues casi estoy seguro que hasta los 4 años, todo niño es un angelito y ama sin condiciones ni obligaciones morales ni religiosas a sus papis: los ven como súper héroes, así sean flacos, o muy obesos, y con cara de idiotas, cuyas únicas virtudes sean gritar todo el pinche día, porque ya ni para beber alcohol sirven; se acercan para contarte sus dudas y sus emociones, sin importar que veinte minutos antes los hayas ofendido y desanimado con un comentario estúpido, o por no brindarles el tiempo que requieren.

¿En dónde viviríamos? ¿Habría escapado? ¿Me habría suicidado? Tal vez ambas, porque quizá también soy un “cabrón que no se ha levantado”, a pesar de no estar crudo ni cansado tras haber jugado una cascarita.

 (Escrito el primer lunes de julio del 16).

ASR


ASR

11 de septiembre de 2016

La fallida misión de Brook


Kell Brook subió al ring de la Arena O2 convencido de lograr una proeza, ante la misión titánica que se avecinaba: tras realizar la mejor preparación posible, su fortaleza corporal correspondía con su semblante colmado de presunción. Incluso su estatura y haber registrado más tonelaje en la báscula que su oponente durante las semanas previas al combate y en la ceremonia del pesaje, daban una señal de que la diferencia de divisiones no importaría en esta ocasión.

El “Special One” fue recibido por su público como si se tratara de un noble caballero inglés, o bien del pirata más intrépido, capaz de vencer a un temible invasor proveniente de un lejano territorio euroasiático, a quien ningún peleador “de su pelo” quiso enfrentarlo, y para desgracia de los británicos, Gennady Golovkin era el único guerrero capaz de someter a Brook en esa fría noche londinense.

Sonó la campana y Kell atacó de inmediato. En sus primeros tres ataques demostró ser más rápido de manos y piernas que su contrincante, situación que lo motivó a no retroceder en su objetivo de generar daño. Los aplausos retumbaron en la Arena O2, pues el  gladiador de casa logró poner en apuros desde el inicio a semejante monstruo.

Golovkin demostró en su primer ataque que su potencia es letal para cualquiera. FOTO: ESPN


Pero apenas en el primer intercambio, “GGG” conectó sus mejores golpes: el derechazo descendiente carente de técnica, parecido a un hachazo de un verdugo, como con el que derribó al “Veneno” Rubio tras colocárselo en la sien (con Brook se impactó en la frente); un “falso jab” izquierdo que en realidad es un recto repleto de poder, y el más conocido: el gancho al hígado, aquel que, según Julio César Chávez -uno de los mejores ejecutores de este método-: “te dan ganas de ir al baño al recibirlo”.

Para fortuna del oriundo de Sheffield, este último golpe entró apenas rosando; aún así, lo tambaleó y debió amarrarse del cuerpo de su rival para no caer ni recibir más castigo. Estaba claro: ser más veloz de piernas y manos significaba poco a su favor. Por momentos parecía estar en igualdad de condiciones. Acertaba sus golpes y se movía, pero no lograba esquivar todos los puñetazos de acero del kazajo.

El inglés no quiso decepcionar a su gente y en el segundo asalto colocó buenos ganchos de izquierda y encontró la distancia. Gennady pareció desesperarse porque sus golpes quedaban en el aire y un tanto frustrado esperó a que se completaran los tres minutos para ajustar otro plan de ataque.

Con valentía, “Special One” siguió atacando, hasta que un golpe laceró su párpado derecho, y desde este momento, el combate se realizó sobre las cuerdas, con Golovkin apuntando al ojo lastimado. En el cuarto asalto Brook realizó lo que mejor ha hecho en toda su carrera: caminar el ring y lanzar el jab en el momento ideal para después amarrar al rival y contragolpearlo con varias combinaciones.

Aunque no bajó los brazos en ningún momento, Kell Brook no pudo dañar al kazajo. FOTO: MIRROR.CO.UK

En el quinto episodio, otro gancho al hígado desestabilizó a Kell, quien quedó encerrado en el encordado y con la visión nublada por la hinchazón, ya no se defendía tan bien como antes. Al notar que el ataque del kazajo se centraba en el ojo derecho, y sabedores de que su héroe tendría pronto otra oportunidad para consagrarse ante rivales de menor calibre, la esquina del boxeador local decidió que era momento de abandonar la contienda.

Pero no fue una rendición fácil. Por más de 10 segundos el entrenador Dominic Ingle agitó la toalla, sin que el réferi Marlon Wright lo notara. Y es que, a pesar del castigo, las piernas de Brook no tambaleaban y su jab aún respondía, aunque más por instinto que por buscar contrarrestar a Gennady.

Fuera del ring, una persona, al parecer el médico, trataba de indicar sobre la rendición, pero hasta que, en su desesperación, Ingle lanzó la toalla a la lona, Wright se dio cuenta de la situación y paró la pelea. Brook, como todo guerrero, reclamó a su esquina, aunque de inmediato le señalaron su ojo lastimado y lo atendieron.

Golovkin realizó ese saludo peculiar, similar al de los japoneses karatecas, aunque en lugar de las manos juntas en posición de rezo, él muestra tímidamente su guante derecho mientras se inclina. Las más de 20 mil almas callaron y Golovkin reconoció a su rival, y lejos de aclamar su labor, en la entrevista subrayó que Brook venía de peso welter, donde dominaba y marchaba invicto, pero debió subir 13 libras para enfrentarlo.

Esta victoria representó la primera defensa de “GGG” del cinturón CMB mediano y la tercera del de la FIB; la AMB, donde es campeón desde 2010 y acumula 15 defensas, no permitió que se disputara para esta pelea, disque por no estar en igualdad de condiciones. Su sorprendente récord ahora queda en 36 (33KO)-0-0 y aunque ya cuenta con 34 años de edad, el ocaso de su carrera se vislumbra lejano.

No hay duda: el rey de los medianos, y quizá de los libra por libra, es "GGG" FOTO: ELITECAPITALLENDERS.COM


Mientras que Brook, de 30 años y quien al perder el invicto ahora registra 36 (25KO)-1-0, mencionó que batallaba al marcar las 147 libras, por lo que la lógica indica que en su regreso será en 154, para retar a campeones como los gemelos Charlo o al mismo Saúl “Canelo”, Álvarez, quien muy probable se refugiará en la división súper welter hasta que GGG decida subir a súper mediano. Tras la revisión médica en el hospital, se informó que el inglés sufrió una fractura en el pómulo derecho que lo dejaría fuera un año del ring.

El invasor amenaza con quedarse en la isla británica, donde ya planea enfrentar a Chris Eubank Jr. o Billy Joe Sanders, dos de los boxeadores que lo esquivaron antes de que se concretara la pelea con Brook. Golovkin lució como un robot soviético destructor; Sylvester Stallone bien podría inspirarse en él para crear otra película derivada de “Rocky”, y la trama trataría de un androide generado con células de Iván Drago.



Es verdad que ahora lució magistral ante un rival que subió de división, pero Kell dominaba en las 147, y no se puede compararlo con Amir Khan, el último rival de “Canelo” y cuya mandíbula frágil ya había sido evidenciada ante rivales intrascendentes en las 140 libras, siendo noqueado en un par de ocasiones. Y Brook no cayó a la lona, como sí lo hicieron los últimos 22 que han enfrentado a Golovkin, en peso medio. Aunque no sea el tema y el mismo “GGG” ya quiera darle vuelta a la página, Álvarez no es rival para el kazajo.

ASR