Orlando Salido no nada más demostró la gallardía y dignidad
de un boxeador mexicano, sino de paso demostró que, salvo que se trate de una
súper estrella como Guillermo Rigondeaux, la diferencia entre el boxeo
profesional y el amateur aún es abismal.
FOTO: REUTERS
El haber perdido el cinturón en la báscula no significaba
que se lo regalaría a Vasyl Lomachenko, quien partía favorito en las apuestas
debido a sus logros en Olimpiadas, en las que contabilizó dos medallas de oro.
Fue combate de un solo lado, pese a la engañosa decisión
dividida, hasta el décimo round, cuando el desgaste del mexicano por no haber
dado el peso se hizo notable y en el último asalto el ucraniano pudo haberse
llevado el triunfo con un nocaut, aunque la experiencia del “Siri” se reflejó.
Fuera de eso, por momentos Lomachenko parecía perdido, sin
saber cómo reaccionar a los ataques del sonorense ni cómo pararse, ni fajarse o
correr, y sólo recurrió a los abrazos.
Al europeo de 26 años le queda mucho por aprender si desea
contener por el cinturón que no pudo conseguir apenas en su segunda pelea como
profesional, y tras el anuncio de que
Salido subirá a las 130 libras es una incógnita lo que sucederá con el cinturón
pluma del OMB.
Rigondeaux en 2013, ya siendo campeón y con tres años en el
profesionalismo, se midió al explosivo Nonito Donaire, considerado entre los
mejores cinco libra por libra y a quien le dio una solemne cátedra desde la
primera hasta la última campanada.
Pese a la clase demostrada del cubano, el favorito era el “Filipino
Flash”, quien aunque es más joven tiene más experiencia sobre el “Chacal”, y
ahora que Lomachenko fue considerado superior a Salido quedó claro que
únicamente una figura de talla mundial puede llegar del amateurismo para descoronar
a un monarca.
Gracias por leerme... ASR
No hay comentarios:
Publicar un comentario