12 de marzo de 2018

Pechorin: Un héroe de la literatura clásica rusa…y de nuestro tiempo


Gozaba la vida, detestaba las responsabilidades y su mayor temor consistía en morir joven; luego de batirse en un duelo y salir victorioso, circunstancialmente cambió su forma de pensar y se obsesionó con creerse poseedor de un misterioso don: poder predecir la inesperada muerte de alguna de las personas que le rodean.


Imagen que representa el duelo de Pechorin que, según mis apreciaciones, cambió su forma de pensar y de ver la vida.

Grígori Pechorin, un militar novato ruso, combatiente en innumerables batallas del Cáucaso y que por su valentía se ganó el respeto del general Maksim Maksímych, quien, por el hecho de haber guardado su diario y divulgar su historia al menos al narrador de la novela, es el principal responsable de que sus hazañas sean conocidas 200 años después.   

Arriesgó su vida y mató para honrar a la orgullosa Vera, su cómplice de un romance fallido, tal vez desde ese momento, en el fondo de su corazón simplemente anhelaba morir inesperadamente, primero al sacar provecho de un caballo ajeno y después secuestró a Bela, sin el afán de ofenderla, ni burlarse de sus adversarios, ni ocasionar otro conflicto: simplemente buscaba ser la cabeza más buscada por los enemigos de los rusos.

Tanto a la dama como a la prisionera las amó “como un objeto de su propiedad”; a ambas amenazó con abandonarlas. Raptó a Bela no para verla morir: quería que los soldados de su padre lo mataran durante el rescate; más que torturarla en el encierro, la obligó a amarlo, sin atreverse a dañarla, lo que es una forma sutil y cruel de repartir amor.

Pero no nada más se alejó de sus amadas: Pechorin rechazó arrogantemente a Maksim Maksímych, cuando el general más anhelaba verlo. No come con él y no le interesa que le regrese su diario, quizá consciente de que su amigo contaría las experiencias de su primera juventud, aunado a los momentos que convivieron juntos.

Y aunque Pechorin fue muy orgulloso, en el fondo de su alma deseaba que el general lo comprendiera y perdonara luego de leer las confesiones que mantuvo secretas en su libro, porque en toda su vida estuvo presente la sensibilidad: también anhelaba que el mundo comprendiera su accionar, más que envidiarlo u odiarlo por su cinismo. Va a la guerra y muere, de forma inesperada porque ya había alcanzado rangos altos militares: finalmente es lo que buscaba en su profunda depresión.

El ejemplar que conseguí: una novela corta épica, pese a que Lermantov se especializó en poesía.


A este sujeto, Mijaíl Lérmontov lo nombró como “Un héroe de nuestro tiempo”, hablando de la Rusia, su Rusia, de mediados del Siglo 19, cuando el socialismo apenas florecía y los grandes escritores contemporáneos, como Aleksandr Pushkin, Nikolai Gógol, así como los posteriores Fiodor Dostoievski y Anton Chéjov, siempre críticos del zarismo, sabían que este nuevo pensamiento, supuestamente obrero, no era la mejor opción de nuevo gobierno.

“Con cuánta frecuencia tomamos por convicción un yerro de nuestros sentidos o un fallo del entendimiento”, exclama Pechorin al final de su diario, en una obra maestra de Lermontov, de quien apenas supe de su existencia el año pasado, leyendo el Diario de Un Escritor, de Diostoievski, quien lo menciona con profunda devoción, respeto, y confesó estar arrepentido por no haberlo conocido mejor. Al buscar su nombre, encontré que es el escritor preferido de Vladimir Putin, el flamante Presidente ruso.

De los libros que más me han sorprendido, y que más he rayado.

Más frases encantadoras que se aprecian en esta joya.


“En los corazones sencillos, el sentido de la hermosura y la majestuosidad de la naturaleza es cien veces más fuerte y vivo que en nosotros, los que hacemos enfáticas narraciones, de viva voz o por escrito”; “también uno puede habituarse al silbido de las balas, es decir, habituarse a disimular que el corazón acelera sus latidos”, y “siempre he dicho que no conduce a nada bueno el olvidar a los viejos amigos”, son algunas frases rescatables de “Un héroe de nuestro tiempo”, cuyo autor influyó demasiado en la formación de Dostoievski y por ende, sus obras deben se incluirse con mayor relevancia en las selecciones de los clásicos de la literatura rusa.

PD: Dedicado a la greñuda Fanny, Godín fase Dios que me pidió escribir al respecto de este libro, que supuestamente ya leyó pero no recuerda de qué trata.
ASR

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