2 de marzo de 2018

Señas simuladas


Jueves, 1 de marzo del 18

Cuando entró al restaurante yo estaba distraído en el teléfono, leyendo mensajes. Apenas y percibí su silueta cuando se aproximó hacia L, una de mis mejores amigas, quien platicaba con R, ex compañera de trabajo de ambos, en la mesa donde nos sentamos los tres.

Pensé que se trataba del mesero, ya que L llegó más tarde y no pidió comida. Pero noté que hacía señas y le entregó un papel a L, y ella lo leyó en voz baja. Se presentó como integrante de una supuesta institución de sordomudos, la cual recauda fondos para ayudarlos. No me atreví a levantar el rostro: aunque es muy digna la labor de atender a los comensales y recibir una propina, consideré inoportuna mi confusión y para “remediar” este fallo, le di 10 pesos.

Los tres cooperamos y en una carpeta anotó el nombre de L junto con la cantidad que recibió. Se despidió amablemente, con señas, y recordando cuando los tres fuimos compañeros de un diario, al cual sólo R sigue perteneciendo, se esfumaron dos horas. Estaba por anochecer y R debió irse para evitar el tráfico; nos despedimos y fui con L a un bar: teníamos antojo de cerveza artesanal. Aunque apenas bebimos dos cada quien, salimos un tanto alegres, talvez yo un poco más que ella.

Caminamos y al llegar a la esquina donde cada vez que salimos a Chapultepec yo tomo el camión y L espera al chofer de Uber, ella notó la presencia del “sordomudo”. Me preguntó: “¿ya lo viste?”, y del asombro, siguió el enojo, la impotencia y hasta rabia, de verlo platicar con otros muchachos.

Yo no estaba seguro de que fuera el mismo sujeto, porque como ya me justifiqué no pude apreciarlo anteriormente, además que soy pésimo reconociendo caras, y más si son recién conocidos.

Pero se sintió delatado cuando L me dijo: “¡sí es él, lleva la carpeta donde nos anotó!”, y de inmediato la rompió y la tiró en un bote de basura. Abordó un camión, no sin antes despedirse de sus acompañantes. De verdad que nos dio mucho coraje, porque interrumpimos los planes de nuestra próxima salida y continuamos hablando del chamaco hipócrita hasta que llegó mi camión, custodiado del carro de Uber. Digo chamaco, porque difícilmente tiene más de 20 años.

Esta es la carpeta donde el "sordomudo" anotaba las aportaciones de buena voluntad. Aquella noche soñé que con mi moneda de 10 que le di pagó el pasaje o bien, se compró una Coca Cola.


Seguí pensando en ese engaño grotesco. ¿Lo hará para estudiar o ayudar a alguien realmente necesitado? Es poco probable. Aún entumecido del cerebro por las dos cervezas oscuras con más de 7% de alcohol, recordé que hace como un mes pagué un recibo del agua en una farmacia cercana a la oficina. Fueron poquito menos de 80 pesos, y el billete de Sor Juana que llevaba debía rendirme hasta la quincena, y faltaban como 3 días.

Mientras hacía fila contemplaba ir al cajero automático, porque no me alcanzarían poco más de 100 pesos. Justo en mi turno irrumpió un limosnero que llevaba una bolsa repleta de morralla. “¿Los 400 de siempre?”, le preguntó la cajera, quien con una habilidad mágica recibió el pago y selló mi recibo, al tiempo que el solicitante meneó la cabeza en respuesta afirmativa.

La chica de la bata azul cielo empuñó mi billete y abrió la caja donde guardan el dinero, me dio uno de Benito más unas cuantas moneditas, como las que estaban en la bolsa que recién le habían entregado, y sacó otro Sor Juana para completar el pago al vagabundo que pide dinero afuera de un templo del Centro. ¡400 pesos de limosnas! Lo primero que pensé es que a ese individuo ya le he dado monedas. Y no sé en cuánto tiempo habrá reunido esa cantidad, o si es el único que la recolectó, porque he escuchado que los limosneros tienen sus propios “gremios” y se apoyan entre ellos, pero sabe si sea cierto; lo que sí, es que este último viernes no dormí tranquilo ni relajado, y no por las cervezas, sino por las señas simuladas de un falso sordomudo, un chavito hipócrita que se aprovecha de ciertas debilidades humanas.

PD: Ya van dos intérpretes de señas que me dicen que es incorrecto el término “sordomudo”, que simplemente son “sordos”, porque al hacer señas ya estás hablando… pero equis.
ASR

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