(Publicado el 30 de mayo de 2011 en Facebook)
En alguna ocasión de mi niñez me gustaron los aviones. Mi padre, quien los arreglaba en la Fuerza Aérea, cierto día me explicó cómo funcionaban. La diferencia entre comercial y militar; motor y turbina, y otros aspectos a los que jamás presté atención.
A mí tan sólo se me hacían bonitos. Soñaba con pilotear uno, de preferencia, el F-117 Nighthawk, popularmente conocido como “avión fantasma”. No sabía que decenas de ellos destruyeron Kosovo, simplemente quedé maravillado porque se camuflaba con las nubes.
Cuando imaginaba que lo conducía, no explotaba ciudades ni le disparaba misiles a los rivales. Me limitaba a volar, a la máxima velocidad posible, pues en el cielo no encuentras calles, baches, peatones, semáforos ni oficiales de tránsito. Lo que sí debo reconocer es que ya había vanidad y menosprecio.
En más de una ocasión supuse que competía con vecinos que no me agradaban. Ellos conducían F-5 o Hércules, aeronaves muy comunes en los hangares de la B.A.M.* Número 8, y yo los apantallaba con uno de los “caza” más cotizados de la Armada Estadounidense. Repito, sólo anhelaba competir en velocidad, jamás hubo fuego.
Uno de mis amigos hacía aviones de papel, algunos, tan espectaculares que se necesitaban dos o más hojas en su elaboración. Aunque eso sí, ninguno de ellos lograba elevarse, sólo los comunes, que bastan seis dobleces para culminarlos.
Crecí lento, y de la misma manera el gusto disminuyó. Entrar a la cabina y observar múltiples botones de distintos tamaños y colores, así como brújulas y velocímetros, me convencieron de que era más divertido pedalear mi bicicleta.
Después, supe de las numerosas guerras y aunque en todas las películas bélicas los norteamericanos salvaban al mundo, la palabra “gringo” empezaba a asquearme. Luego, apareció Dragon Ball Z, dónde Gokú y compañía se elevaban al cielo sin necesidad de vehículo. Fue ahí cuando creo dejé de pensar en objetos voladores.
En una navidad, la de 1997, mi papá compró un paquete con ocho avioncitos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial, recuerdo al American P-51 Mustang,conocido como "Angel on our Shoulders (ángeles sobre nuestros hombros)", al P-38 Lightning, P-38 Thunderbolt, Bell P-29 y al F-6F Hellcat.
Me dijeron que la guerra se la ganaron a Alemania, pero mi vocabulario no contenía las palabras Hitler, Nazi, Holocausto, Judío; es más, geográficamente, apenas tenía la noción de que Europa se ubicaba cruzando el Océano Atlántico, pues en la escuela, los mapas que coloreaba eran de la división política de México o Yucatán.
En el instructivo cada aeroplano traía una descripción: modelo, año de fabricación, lugar en el que peleó, ciudades que liberó, pilotos célebres que lo manejaron…detalles que asustaban, que obligaban a creer que los aviones pertenecían al mal.
Sabía que al norte estaba EUA, pero en los mapas no venía completo. En un día ordinario, donde nada se festejaba, me regalaron un mapamundi, el cual aún conservo. Me sorprendí al apreciar la longitud real de los yankees. Yo tenía idea de que Inglaterra, Alemania y Francia, siendo potencias, debían contar con gran extensión territorial.
Me decepcioné cuando vi que todos eran mucho más pequeños que mi país. Y más al saber que la Gran Bretaña era una isla. Pero lo triste fue al enterarme que prácticamente todo el continente africano, India, Australia y muchas naciones más, en su momento fueron sometidas por aquellas potencias que de niño idolatré, sin saber siquiera un gramo de su historia y ubicación.
En fin, a causa de los aviones empecé a nutrirme de historia, de guerras, de divisiones y alianzas hipócritas. Al ver la proximidad entre Alemania e Inglaterra, la velocidad de los cohetes nazis V1 y V2 dejó de impresionarme, pues según un documental de Discovery Channel, eran lanzados de Berlín hacia Londres, y el recorrido duraba dos horas.
Después mi crecimiento ya no fue lento. Ya conocía lo elemental de la composición geográfica del globo terráqueo. Ocupaba pensar en qué me dedicaría en el futuro inmediato. Pasaron muchos oficios, entre ellos el ser piloto; comercial, obviamente.
Pero las escuelas de aviación son muy costosas. La otra opción era alistarme en la Fuerza Armada y seguir los errores de mi progenitor. Pensé en otras funciones, igual o más drásticas y decepcionantes, que ni caso tiene mencionarlas, pues me hacen pensar que no hubiese estado tan mal ser un piloto fantasma.
*B.A.M. No. 8: Base Aérea Militar No. 8, ubicada en Mérida, Yucatán.
F-117 Nighthawkhttp://www.airforce-technology.com/projects/f117/images/nhawk11.jpg
Gracias por leerme... ASR
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