15 de diciembre de 2013

Entre letras y música que se reproduce 'corrientemente' en los camiones

Por segunda ocasión en este fin de semana me bajé del camión antes de que este cruzara Avenida Federalismo.

El viernes me dirigía a Chapultepec y el camino fue lentísimo. Iba sentado, leyendo El Eterno Marido, de Fiodor Dostoievski, pero tenía ideas respecto a la cita que me dirigía y simplemente no pude comprender mas que tres párrafos.

Vi que a mi lado había dos muchachas y me levanté. No llevaba los audífonos de mi teléfono para escuchar música, y es que pese a que me duelen los oídos, el sonsonete que se reproducía en el estéreo del chofer lo ameritaba.

                                             IMAGEN: Passion for reading, by A Moora (deviantart.com)

A paso lento, el minibús se detuvo en el 85 o 90 por ciento de todas las paradas, incluidas las no oficiales; poco a poco empecé a estresarme.

Y es que, como de costumbre, iba tarde. En estas fechas, aparte del tráfico habitual de la zona Centro, suele haber aún más congestionamientos por las compras navideñas. Faltaban 10 minutos para el horario fijado y cuando estaba de fondo una canción de banda, no pude más y me bajé.

Corrí lo más rápido que pude. Tomé un 626, que también iba lleno, y cuyo chofer se entretuvo "comadreando" con una señora por al menos cinco minutos.

Envié un mensaje a la persona con la que tenía la cita. "Ya casi llego". Para mi fortuna el conductor, aprovechando que la Calle Morelos estaba casi igual de vacía que el Estadio Omnilife durante un juego de las Chivas, aceleró y puedo jurar que tardó más la charla con la doña que previamente sostuvo que en llegar a Chapultepec...

Hoy sucedió lo mismo. Es raro que en domingo haya tráfico en el Centro. Leí las noticias en Twitter y no había indicios de manifestaciones como ayer. A diferencia de hace dos días, llevaba toda la disposición de leer y también los audífonos.

El camión iba lleno. Puse en el reproductor a los Red Hot Chili Peppers. Nuevamente paso lento, pero era buena hora y no había cita de por medio, sólo la precaución de llegar a tiempo al trabajo.

No obstante, el chofer giró en una calle que no entra en su trayecto programado. Alcancé a ver hacia el frente una gran hilera de automóviles. Desde entonces el camión gateaba, pese a que aún faltaban varias cuadras para llegar al Centro.

Una a una pasaron las rolas de la banda que lideran Flea y Anthony Kiedis. "Under the Bridge", la última, por alguna extraña razón al concluir la melodía tiene una pausa como de un minuto en silencio, y noté que este conductor sintonizaba una estación de cumbias.

"Cómo te voy a Olvidar", creo de Los Ángeles Azules, a un volumen tolerable. Me bajé en la misma calle que el viernes, aunque unas cinco cuadras atrás, y caminé sin prisa mientras escuchaba en mi teléfono "Imitation of Life", de REM.

Llegué a un 7 Eleven, compré agua y me quité los audífonos. Abrí el libro en mención y de verdad que el gran escritor ruso es un genio.

Nuevamente abordé un 626, donde también se reproducía música, y tras cuatro o cinco canciones que creo nunca antes había escuchado, sonó una que por alguna extraña razón trae recuerdos de toda clase: "The Year of the Cat", de Al Stewart, que no sé si sea de los 80' o los 70'.

Mientras escuchaba la frase más intensa -para mí, claro- de la canción, que más o menos dice así: "she doesn´t give you time for questions, as she locks up your arms in hers (ella no te da tiempo de preguntas mientras te abraza -algo así-)", leí un fragmento inspirador:

"Y era como si algo comenzara a agitarse en sus recuerdos, como una cosa que se sabe, que se ha olvidado y que hace uno todo lo posible por recuperar. Sabe uno perfectamente la palabra, sabe que la sabe, sabe lo que quiere decir, se da uno vueltas alrededor de ella...en un lugar que...había allí...¡al diablo lo que había o dejaba de haber!", se lee en la página 506, del libro del Grupo Editorial Tomo, que además incluye las obras Crimen y Castigo y La Mujer de Otro y El Marido Debajo de la Cama, del célebre escritor moscovita nacido en 1821.

De repente se subió una mujer de avanzada edad, que el DIF catalogaría como "adulta mayor joven (entre 55 y 60 años de edad)", maquillada al estilo payaso. Saludó y entonó no sé cuál canción.

Las notas de "El Año del Gato" dejaron de percibirse...gran gesto del "chófer"; por respeto e impulsado por este acto de cortesía dejé de leer... de paso analizaba la frase recién citada.

Entonces la señora, con una voz realmente tosca, "sin ton ni son", interpretó, mocha e incompleta, "Dos Hojas sin Rumbo", de Ramón Ayala y no sé cuántos más. "Pa' qué andas contando que vas volver, si vas trommpezando (sic) te vas a caer...".

Tras aclararnos que no es una artista y que pide ayuda por necesidad, se bajó (si le di o no le di dinero, no tiene caso mencionarlo).

En Plaza del Sol, a dos semáforos del periódico, había un tráfico endemoniado. Paré de leer, pues no quise que me consumieran las letras y tener que bajarme varias cuadras panteoneras después.

Así concluye este fin de semana, donde destaco el haber tomado dos camiones en lugar de uno, incluso ayer que mi hermana me acercó hasta Chapultepec. Probablemente continúe esta situación durante la tercera semana decembrina del 2013 debido a las causas ya mencionadas. 

P.D: quizá "The Year of the Cat" signifique tanto porque mi padre, cuando vivíamos en Mérida a mediados de los 90', ponía sus discos de One Hit Wonders, y así de repente se acuerda uno de un lugar que...había allí...¡al diablo lo que había o dejaba de haber!

Gracias por leerme... ASR

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